Es una frase famosa en budismo, que se refiere a alcanzar el estado de la iluminación o despertar de consciencia, el final del sufrimiento. Ir más allá de la mente pensante hasta el vacío iluminador, también denominado:
.
Nirvana, Paraíso, Jardín del Edén, Tao, Paz inverencial, Reino de los cielos, Vida eterna, etc. (según las diferentes escuelas que han existido). Un estado de la conciencia donde se ha ausentado la razón y serenado la emoción, que se caracteriza por un grato y profundo: Silencio interior.
.
Enlaces recomendados:
– La razón y el corazón ¿a quien le hago caso?
– ¿Cómo lograr el silencio interior?
.
Las primeras veces, esta experiencia podría ser momentánea hasta que aprendemos a sintonizar voluntariamente nuestra experiencia vital íntegra con ella, lo que no implica esfuerzo alguno ya que se trata del estado más puro y legítimo de nuestro Ser, de eso que en realidad somos más allá de las apariencias superficiales o temporales tales como el cuerpo, la mente y los afectos.
.
Entonces disfrutamos de todas nuestras experiencias aquí y ahora y recordamos quiénes somos, porqué existimos y porqué existe todo cuanto es. Hemos realizado EL CAMBIO desde el falso ego hacia el Real Ser o «fuente original» (lo que en verdad somos: luz pura, amor, prosperidad sin límites).
.
Enlace recomendado:
¿Quién en verdad Tú eres?
.
Simplemente dejamos a nuestro Ser expresarse libre y naturalmente, sin necesidad de realizar alguna tarea difícil o rara para que esto suceda. Tampoco necesitamos algún recurso especial (conocimientos exóticos, dinero, edad mínima o pertener a alguna cultura, religión, etc.), salvo nuestra voluntad de permitirlo, con total fe o confianza en EL (nuestro Ser).
.
Somos realmente libres y alegres si nos rendimos a lo que es, tal como es, acallando el deseo (del ego) de cambiar, controlar y planificar nuestras experiencias vitales. Para ello basta vivir el momento presente, sin agregarle calificativos, planes, razonamientos, recuerdos, etc. al único instante que podemos experimentar: el Ahora.
.
Nos liberamos del estrés y ansia de conseguir «algo» -los planes y metas del ego- cuando dejamos nuestra existencia y necesidades en manos de la fuente original de la cual brotamos, misma que nos sigue sosteniendo «aquí» -Dios, nuestro Ser Interior, nuestra Presencia (Divina), el Tao, o como cada quien guste llamarle-. Nos volvemos activos colaboradores de Su Plan Perfecto y sólo sentimos profundo agradecimiento por Todo, sin importar que esté sucediendo a nuestro al rededor.
.
.
Ramtha, uno de los tantos Maestros Ascendidos (de esos que nos enseñan sólo por Amor sin pedir nada a cambio), nos motiva a cruzar el río de nuestros pensamientos, hacia la región de nuestro Ser donde estamos libres de ellos y por tanto, en realidad de verdad, expresamos nuestro más elevado potencial, nuestro real propósito por el cual somos y existimos:
.
.
.
Jesús invita a sus amigos a cruzar a la otra orilla (Marcos 4:35-41), pero en cuanto aparece una terrible tormenta, ellos temen por sus vidas, .
.
Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar:
—¡Silencio! ¡Cálmate!
El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo.
—¿Por qué tienen tanto miedo? —les dijo—. ¿Todavía no tienen fe?
.
Ellos estaban espantados y se decían unos a otros:
—¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen
.
.
En ciertos casos, «cruzar el río» podría darnos miedo y hasta terror, una profunda sensación de que vamos a «morir»*, desaparecer, dejar de existir, pero como ya vimos en nuestra entrada sobre el gran vacío interior, no hay peligro alguno, sino todo lo contrario: nos espera una nueva vida llena de gloria y gozo continuo.
.
Las dudas y temores se deben a que nos ubicamos en el ego o mente racional, en vez de evitar pensar y mantenernos –a través del hermoso silencio interior– confiando sólo en Cristo (nuestro Real Ser Interior Profundo) quien es el que puede calmar las tormentas de nuestras mentes y las marejadas de nuestros corazones. Y es que la fe proviene de aplicar los conocimientos, no de pensar en ellos.
.
*Digo «morir» (entre comillas) porque nada se crea ni se destruye, todo se transforma. En este caso, la consciencia se revoluciona desde el ego (un ente psicológico que se cree y siente separado del Todo) hasta el Ser (el Todo expresándose conscientemente en una forma individual).
.
Estos temores del ego se desvanecen si confiamos en el Señor (el Ser Real en nosotros) aquí, ahora mismo. ¿Qué esperamos? No hay que hacer mucho, salvo hacernos a un lado, dejar que nuestro SER (Cristo) actúe, observar qué sucede y disfrutar.
.
Desde este o cualquier lado del río:
.
¡Te brindo mi amor incondicional!
.
.
::.::
.
Recibir automáticamente los nuevos artículos conforme se publican, es gratis y muy sencillo: .
1. Escribe tu dirección de e-mail en la esquina superior derecha de esta página (debajo de la imagen del encabezado).
.
.·.
. Otras publicaciones en este blog:
– “Amarás a Dios por sobre todas las cosas”
– El bienestar y el Ser
– ¡Tú puedes lograr grandes realizaciones!
.
Primer artículo publicado (y a partir del cual se pueden seguir todos los demás en orden cronológico): .
.
La razón y el corazón ¿a quien le hago caso?
. . .
.·.
.·. .·.
.
¡Gracias por visitarnos, por dejar tus comentarios o preguntas y por compartir nuestro sitio con tus contactos!
.
😀
.
http://www.biblegateway.com/passage/?search=Marcos+4%3A35-41&version=NVI
Gracias Rafa muy buenos los videos, así como tus reflexiones, de gran calidad y calidez, te espero en la proxima, con afecto.
¡Gracias Angie!
Rafael gracias porque con estas frases podemos meditar y reflexionar
Con gusto Laura.
Gracias ti por tu visita 🙂
[…] Pasar a la otra orilla […]
😀
😀
😀
😀
😀
😀
🙂
😀
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] La otra orilla […]
[…] La otra orilla […]
[…] La otra orilla […]
[…] La otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]
[…] Cruzar a la otra orilla […]